miércoles, 24 de noviembre de 2010


"Al amanecer se da por vencido: no hay ningún título suficientemente perfecto para ese cuento tan perfecto que ningún título es lo bastante bueno para él, lo cual impide que sea perfecto del todo. Resignado (y sabiendo que no puede hacer otra cosa), coge las hojas donde ha escrito el cuento, las rompe por la mitad y rompe cada una de esas mitades por la mitad; y así sucesivamente hasta hacerlo pedazos"





El porqué de las cosas, Quim Monzó.
El libro contiene treinta relatos de los cuales, once son perfectos y diecinueve son realmente buenos. No conocía a este autor y la verdad es que ha sido un gran descubrimiento, me encanta su forma de escribir y su modo, desesperado, de creer en el amor o el desamor (no lo tengo muy claro todavía). Lo mejor es que como son relatos cortitos puedes ir saboreándolos poco a poco. Es un buen libro de mesita de noche.


viernes, 15 de octubre de 2010

"Y para no llorar dejé de pensar. A veces es lo mejor."





Cosas que hacen BUM, Kiko Amat. Lo mejor del libro es el final.

martes, 12 de octubre de 2010

Estoy pasando por una mala época con los libros, ninguno me convence lo suficiente como para seguir con él. Llevo un par de meses con Cosas que hacen bum de Kiko Amat y, aunque me está gustando, no termina de engancharme. Hoy un chico muy guapo me ha regalado uno con muy buena pinta aún así espero sugerencias para ver si termino ya esta mala racha.

sábado, 7 de agosto de 2010






"Mucho de lo que hace reír es verdad, y casi todo lo que duele es mentira."


Sombrero y Mississippi, Ray Loriga. Esperaba algo como Héroes y me encontré con una especie de ensayo sobre la escritura.

jueves, 27 de mayo de 2010


"Ella decía que los mensajes fantásticos eran el epílogo perfecto a una gran quedada. Cuántas veces sabes que tras una buena cita o quedada, al marcharte, a los pocos minutos de separarte de la otra persona recibirás un sms confirmando tu percepción de esos momentos compartidos. A veces es más importante el mensaje que la propia quedada".
Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo, Albert Espinosa. Hacía mucho que un libro no me agarraba tanto.
Grande Albert, como siempre.

domingo, 23 de mayo de 2010

Llevo dos meses empezando libros y dejándolos a medias. Ninguno me convencía, hasta que hoy he dado con el libro que estaba esperando. Albert nunca falla.

domingo, 28 de marzo de 2010


"A los veintidós años, en primavera, Sumire se enamoró por primera vez. Fue un amor violento como un tornado que barre en línea recta una vasta llanura. Un amor que lo derribó todo a su paso, que lo succionó todo hacía el cielo en su torbellino, que lo descuartizó todo en un arranque de locura, que lo machacó todo por completo. Y, sin que su furia amainara un ápice, barrió el océano, arrasó sin misericordia las ruinas de Angkor Vat, calcinó con su fuego las selvas de la India repletas de manadas de desafortunados tigres y, convertido en tempestad de arena del desierto persa, sepultó alguna exótica ciudad amurallada. Fue un amor glorioso, monumental. La persona de quién Sumire se enamoró era diecisiete años mayor que ella, estaba casada. Y debo añadir que era una mujer. Aquí empezó todo y aquí acabó (casi) todo."




Sputnik, mi amor, Haruki Murakami.

martes, 26 de enero de 2010


El código de acceso a su corazón cambia todas las noches. A veces, la concha es dura como una piedra. Por mucho que pruebe mil combinaciones en forma de caricias y palabras de apoyo, apenas consigo quedarme en las puertas de su misterio. Sin embargo, ¡me gusta tanto hacer crujir esa concha! Escuchar ese pequeño ruido que produce al desactivarse, ver los hoyuelos que se marcan en la comisura de sus labios y que parecen decir “¡sopla!”. El sistema de protección volando en dulces pedazos.




La mecánica del corazón, Mathias Malzieu.


sábado, 9 de enero de 2010


Te lo advierto. Voy arrastrando montones de cosas, a cada cual peor. ¡Es horroroso! Así que no sigas pinchándome, o me echaré a llorar aquí mismo. Y, si empiezo, no pararé en toda la noche. Ahora ya lo sabes. Y yo, cuando lloro, lloro como una posesa, sin importarme quién esté a mi lado.







Tokio blues, Haruki Murakami.