lunes, 12 de octubre de 2009



Enamorarse de alguien implica pensar primero en el otro. Si yo sólo tuviera un poco de comida, querría dártela a ti. Si tuviera muy poco dinero, antes que comprarme algo que me gustara a mí, te lo compraría a ti. Y, sólo con que tú me dijeras que esdtaba bueno, ya se me quitaría el hambre y, si tú estuvieras contenta, también lo estaría yo. El amor es esto. ¿Crees que hay algo más importante que eso? A mí no se me ocurre ninguna otra cosa. Las personas que encuentran dentro de sí mismas la facultad de enamorarse hacen un descubrimiento más importante que los que han ganado el Premio Nobel. Y si no se da cuenta, o si no quiere darse cuenta, el ser humano es mejor que se extinga. Que haya una colisión con un planeta, o algo por el estilo, y que desparezca pronto...




Un grito de amor desde el centro del mundo, Kyoichi Katayama. Excesivo pastelismo.

miércoles, 7 de octubre de 2009


Vi su cara y pensé, mierda, la quiero. ¿Qué haré? Lo mejor que podía hacer era actuar con indiferencia; luego, me encaminé, con ella, al aparcamiento. No hay que dejar que se den cuenta de que te interesan, porque si no, te liquidan. Me incliné, la besé en la mejilla. -Chavala- le dije-, cómo te he echado de menos. -Tengo hambre- dijo ella.



Música de cañerías, Charles Bukowski. Es uno de los libros que más cogen en la biblioteca de mi facultad, no lo digo yo, que lo dice la bibliotecaria y las páginas que tiene descosidas, y en realidad no me extraña. Es genial, Bukowski era un genio. Me ha encantado cada nota de absurda realidad.