martes, 26 de enero de 2010


El código de acceso a su corazón cambia todas las noches. A veces, la concha es dura como una piedra. Por mucho que pruebe mil combinaciones en forma de caricias y palabras de apoyo, apenas consigo quedarme en las puertas de su misterio. Sin embargo, ¡me gusta tanto hacer crujir esa concha! Escuchar ese pequeño ruido que produce al desactivarse, ver los hoyuelos que se marcan en la comisura de sus labios y que parecen decir “¡sopla!”. El sistema de protección volando en dulces pedazos.




La mecánica del corazón, Mathias Malzieu.


sábado, 9 de enero de 2010


Te lo advierto. Voy arrastrando montones de cosas, a cada cual peor. ¡Es horroroso! Así que no sigas pinchándome, o me echaré a llorar aquí mismo. Y, si empiezo, no pararé en toda la noche. Ahora ya lo sabes. Y yo, cuando lloro, lloro como una posesa, sin importarme quién esté a mi lado.







Tokio blues, Haruki Murakami.