martes, 7 de julio de 2009
Conducir era otra de las cosas que se había saltado, otro de los consabidos pasos de la vida de un joven que él había preferido no dar, a fin de seguir al margen del engranaje de la vida; como comer palomitas en el cine, sentarse en el respaldo de los bancos, no respetar la hora de volver a casa impuesta por los padres, jugar al fútbol con pelotas de papel de aluminio o quedarse desnudo ante una chica. Y pensó que aquello cambiaría. Sí, obtendría el carnet cuanto antes. Y lo haría por ella, para llevarla de paseo den coche. Porque cuando estaba con ella sentía que valía la pena hacer todas esas cosas normales que hacen las personas normales.
Después de dejar dos libros a la mitad por ser incapaz de seguir leyendo más, di con La soledad de los números primos y no pude parar hasta terminarlo.
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1 comentario:
lo tengo delante... tendré que leerlo, entonces.
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